LA ÉTICA DEL ABOGADO
Hoy en día el tema de corrupción trastoca todos los ámbitos, pero es evidente que de modo especial es el ejercicio de la abogacía una de las carreras profesionales más afectada; sino cuanto la más involucrada en este tipo de actos en contra de la moral, las buenas costumbres y contra la ley. En tanto para poder llegar a la conclusión antes mencionada tenemos que hacer un recuento y vemos claramente que anclamos en una misma interrogante, ¿Qué es lo que ha llevado a las universidades a formar tal calidad de abogados?, bajo este punto es claro que el propósito de una universidad no es formar este tipo de profesionales pero hay que ser claros que mucho tiene que ver el entorno en que se pueda manejar este tipo de situaciones en tanto que es responsabilidad de los centro de formación profesional, de la sociedad o involucra acaso la decisión de cada persona y responde a la formación personal y valorativa recibida desde la propia familia; en el presente artículo distinguiremos las razones que conlleva a una crisis de la ética en el ejercicio de la abogacía que actualmente atraviesa nuestro país en una gran escala, asimismo desarrollaremos los conceptos fundamentales bases para llegar a un mejor entendimiento.
En virtud de poder llegar a definir la ética aplicada al ejercicio del derecho tendremos que delimitar primero el término ética esta palabra deriva del vocablo griego ethikos que significa “carácter”, esta rama de la filosofía estudia la moral y tiene como objeto de estudio las acciones que realiza el hombre de modo racional tanto en el plano personal como social calificándolas como buenas o malas. El segundo término por especificar es el concepto de abogado, generalmente se definía a esta profesión como la aptitud de aquella persona habilitada mediante título reconocido por un país que en defensa de otras personas hace uso del derecho. Actualmente podemos distinguir dos enfoques opuestos que desarrollan el ejercicio de la abogacía que ha calado en el entendimiento de las personas; por un lado la consideran destinada a la defensa del derecho y a su vez como un simple auxiliar de la administración de justicia enfocando el desarrollo de la ética a su correcto desempeño; por otro lado, completando lo anterior se le considera principalmente como ministerio de paz social y de verdad, involucrando el ejercicio de la abogacía al servicio de la sociedad para su bienestar .
El concepto tradicional, nos señala enfáticamente que el profesional solo se obligara al cumplimiento de las normas éticas y legales que regulan su correcto comportamiento centrándose en la conducta personal que cada profesional debe tener a lo que también pudiéndose aplicar a ámbitos fuera del propio ejerció de su profesión.
El nuevo concepto que se maneja de la abogacía sin abarcar solamente lo anterior toma parte de los problemas de la sociedad actual por lo que dicha participación se vera más acentuada en aquellos países subdesarrollados o aquellos en vías de desarrollo que buscaran mediante el correcto acceso a la educación y a la salud así como el reconocimiento de los derechos fundamentales su progreso.
El abogado tradicional solo se vinculara a encontrarle una solución a su caso en particular y a la defensa que está llevando, utilizando para ello el derecho y en muchos casos quebrándolo con fines maliciosos; lo que se aplica sin objeciones y le sirve, aunque en su razón lo considere injusto. En tanto que el abogado contemporáneo está en busca de la verdad y la justicia y utiliza como instrumento para alcanzarlos, el derecho en una sociedad tan voluble como la nuestra; por cuanto el ordenamiento jurídico deviene en injusto lo que mediante la crítica señala como un sistema jurídico deficiente, y es precursor de una nueva corriente del derecho; después de tener claros los conceptos de ambos enfoques pasaremos a analizar en cual de los dos se presenta la crisis de la ética.
Señalamos que es claro, que dentro de la concepción del abogado es donde se desarrollan los problemas éticos, a parte de los problemas cultura, económicos y sociales que contribuyen al abandono de los lazos morales causa de dicha crisis. La ética profesional como lo señala Cuadros Villena[1] no es sino la expresión de la ética general de la sociedad; la que, traduce las relaciones estructurales que crean las normas de conductas como el derecho y la moral. La labor de los abogados esta íntimamente vinculada con las relaciones sociales que mantienen a diario es entonces a partir de estas donde se generan los conflictos objeto de protección del derecho en el que cada parte conforme a la norma jurídica argumentará a su favor y para esto necesitara el asesoramiento de los orientados en derecho es decir de los abogados.
La ética, debemos aclarar, no solo involucra los fundamentos del ordenamiento jurídico sino que también abarca el contexto en el que este fue creado por la sociedad y al cual el abogado sirve y cumple.
Podemos distinguir numerosas causas de la crisis de la ética abogacía todas estas concurrentemente conocidas: La primera; derivada de la organización de la abogacía como profesión liberal y dentro de esta podemos desarrollar diversos componentes, las universidades no desarrollan una formación científica necesaria ,no solo en esta profesión sino en todas tanto la universidad publica y privada como el Estado no invierten en la investigación (la que es pilar fundamental de la formación de un profesional); es decir no se promueve ni se tiene las condiciones necesarias para realizarlas ya sea por distintas razones donde a clara luz saltan la deficiencia de material bibliográfico y en consecuencia las bibliotecas desfasadas que muchas veces abundan en las universidades especialmente públicas y reconocidas en nuestro medio.
El ejercicio de la abogacía a pesar de ser una profesión muy solicitada y ser cada vez más numerosos los estudiantes que se preparan para poder estudiar esta carrera, y en mayor porcentaje los jóvenes, a diferencia de este gran numero, hay que señalar que son muchos menos los que logran egresar y sacar su titulo profesional y en menor proporción aún los que se quedan en el camino; veamos este caso también como una de las causales para que se de desvalore la ética; los que necesita nuestra sociedad es formar abogados de vocación y no en busca de un mejor status económico, sino en busca de hacer cumplir el derecho e impulsar la paz social, ya que es el fin primordial.
Podemos reconocer que la sobrepoblación de abogados es clara e injustificada y responde a una incorrecta orientación a los jóvenes que no abren sus horizontes a otras carreras igual de rentables y satisfactorias para la sociedad, como también a una incorrecta concentración de abogados en las urbes capitales como la ciudad de Lima que evitan la posibilidad de defensa de sus derechos para las personas de centros poblados más alejados pero con iguales derecho a acceso a la justicia.
Acotado esto es menester precisar que la presencia del tinterillaje[2] es un problema apreciable y creciente; los conflictos de la población deben ser solucionados con aplicación de los conocimientos, el esfuerzo y la dedicación que el abogado puede aplicar a la defensa de su cliente; preceptos que por ética se debe manejar pero que por conveniencia no se realiza en este caso. Los ganchos o vías procesales rápidas injustificadas y desleales no deben ser propios de una persona con la carrera profesional de abogado y esta es la principal característica de acción de los tinterillos. Se entiende por tinterillaje[3] al ejercicio de la abogacía sin titulo, utilizando los medios que sean para obtener el fin deseado aunque sea de modo irregular. Esta práctica es repudiable y genera mala reputación a la correcta imagen de la profesión de la abogacía, degenerando en el prejuicio que la sociedad profiere.
La deformación del proceso también es uno de los factores de esta crisis donde la ofensa, el chantaje y la represión que puede hacer una parte a la otra; amenazándola con un proceso judicial o con otro tipo de medios; amedrentándola impide el correcto ejercicio del derecho y la aplicación de la justicia.
La segunda, de las causas es de índole académico aquí podemos señalar la deficiente formación que brindan las Facultades de Derecho , el curso de ética y deontología forense en la mayoría de las universidades ha sido separado de la programación curricular dejando de ser una asignatura obligatoria a convertirse a una electiva, imposibilitando así que los estudiantes desde los primeros años de la carrera se instruyan en dicha materia y sobre todo dejando de lado la importancia de los valores morales y éticos que podría impartir dicho curso; es lamentable que un curso tan fundamental sea dejado de lado por meros cuestionamientos.
Los docentes universitarios son los conductores y orientadores de esta profesión y en especial a aquellos jóvenes que ingresan al mundo del derecho representan un ejemplo a seguir y es mediante sus actitudes y conocimientos que forman al profesional del mañana; por lo cual tienen el de desarrollar mundo normativo a partir de la realidad como en el contexto en que dichas normas fueron instauradas. La desvinculación de la facultad al abogado egresado luego de finalizados los años de formación el joven profesional termina a su suerte muchas veces expuestos a situaciones indebidas que por una mala información termina adoptando; dicha falta de ayuda debe ser corregida y subsanada si bien la facultad no podrá controlar la conducta del abogado podrá orientarlo para que realice correctamente sus labores.
La tercera, de las causas es la derivada de las condiciones del ejercicio de la profesión; el abogado debe proteger los derechos de su cliente pero sobre todo debe cumplir lo señalado por la norma jurídica en armonía con la paz social; dejar pasar la injusticia y ejercer el correcto derecho a la defensa es otra forma de inmoralidad.
En base, a lo señalado anteriormente la carrera de derecho y la profesión de abogado genera hoy en día el repudio de la sociedad especialmente de las clases más bajas entendiendo que todos los abogados engañan y cobran, más no defienden los derechos de las personas, si bien pueden existir profesionales con dicha particularidad no son todos los abogados los ejercen de forma irregular su profesión y más bien son muchos los que lo hacen conforme a derecho; ya que como en cualquier otra profesión existirán buenos o malos profesionales y generalizar las malas reputaciones no es la manera más sana de criticar.
Lo que debe buscar la sociedad es corregir las deficiencias y no hacerlas más grandes, más aun si la ética del abogado deriva de la ética de la sociedad y es a partir de los valores que esta ha impartido en sus jóvenes donde se refleja la calidad de profesionales del mañana.
Quien elige estudiar derecho quiere seguir una profesión y busca lograr el respeto de las normas y la defensa de los derechos de la persona, el fin patrimonial es secundario todos merecen ser retribuidos por su trabajo aun si le llevo un gran esfuerzo formarse y ejercer como profesional, pero este no será el principal objetivo.
Como señala Boza Divos[4] se debe identificar las oportunidades de diferenciación de la competencia y conceptualizar la ética en el ejercicio profesional como una ventaja competitiva sostenible y no negociable; podemos entender de lo citado que la ética y los valores que la deben conformar no deben ser calificados con índices patrimoniales que puedan comprarlos o venderlos; constituyen parte de la formación personal y la base de la identidad de toda persona.
Es así que iniciar el rumbo de cambio hacia el nuevo concepto del profesional abogado como ministerio de paz social dependerá de un esfuerzo conjunto entre la sociedad, el estado, las facultades de derecho y especialmente del joven que decide hacer de esta profesión la suya.
[1] CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Ética de la Abogacía y Deontología Forense. Editora FECAT. Lima. 2007 .pag. 24.
[3] Etica de la abogacia y Deontologia Juridica, Francisco Javier de la Torre Diaz, Editora Dykinson, Madrid, 2000
[4] En Homenaje a Jorge Avendaño, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2004, pag. 383.
No hay comentarios:
Publicar un comentario